Nuevos funcionarios

Desde Acá

Heberto Taracena Ruiz

 

UNO. …Pero que funcionen, se diría hasta con la antesala de puntos suspensivos.

DOS. Deseo cuestionable. Y no es eso de competir con quienes dejan el encargo bien, regular o mal; como suele pasar, desgraciadamente.

TRES. Porque la competencia no debe empezar mirando qué hizo o dejó de hacer el funcionario precedente, sino   por la buena hechura del escogido.

CUATRO. La ventaja: nuevos funcionarios no provengan de elección popular en que primero se vota y luego ábrase la escuelita vetusta de mención honorífica para elegidos.

CINCO. Otra ventaja: se saben estimados por quien firma nombramientos.

SEIS. Ahora viene lo bueno: ser o no conocidos y reconocidos. Ahí el dilema.

SIETE. Que respondan no sólo “al suscritor” sino al pueblo.

OCHO. Que el pueblo es primero, se ha dicho, pero sobre dichos importan hechos a partir del primero de octubre.

NUEVE. Como en todo: habrá gentes bien tenidas y mal tenidas

DIEZ. Con independencia de reacciones humanas -no a todos puede dejarse satisfechos-, importa, importa mucho…

ONCE. Importa mucho, aunque no sepan mucho,  que dejen a un lado el ego y pongan ganas al encargo desde que Dios amanece.

DOCE. Costumbres aconsejan, allá quienes asunten y apunten…

TRECE. Aconsejan… 1 No es preciso trabajar veinticuatro horas. 2 Eso es libre y soberana mentira. 3 Que sigan perteneciendo a su casa para no caer en ronchas de dormir la mona en otro catre. 4 Que la familia no forme parte de la comisión y, por tanto, quede a salvo de aburrirse en eventos encabezados por el mandatario. 5 Que administren su tiempo como recurso propio ganado con ganas y sudores. 6 Que días y cumpleaños no empiecen en la oficina, con los nuevos amigos. 7 Que el tiempo no espera a nadie y, por tanto, en un santiamén,  entregarán el paquete. 8 Que ese paquete hubo de ser cuidado como caja de valores. 9 Valores humanos, ni más ni menos. 10 Que puedan darse el lujo de rechazar insinuaciones de poner su nombre a algún espacio  porque no faltan ni faltarán zalameros que insistan en la propuesta…

CATORCE. Y no se trata de pegar en el escritorio ni el territorio, vale, diez mandamientos que, con todo, avisen de tentaciones por delante.

QUINCE. Se trata,  todos los días, de tener diez milímetros de seriedad,  a riesgo de errar, desde luego, pero a la vez corrigiendo el paso o manotada.

DIECISEIS. Porque, sin lugar a dudas, hay funcionarios que, por sus antecedes, desde el principio aportan experiencias y esperanzas.

DIECISIETE. Otros, también verdad, empiezan de medio ganchete, aplaudiendo la ventura…

DIECIOCHO. Sea por Dios, dijo la viejecita.

DIECINUEVE. Que haya oídos repelentes a chismes.

VEINTE. Que de octubre a diciembre, no celebremos desengaños…