Hola, Tito, un abrazo hasta el cielo

Guayabera Política

Guillermo Hübner Díaz

 

Murió hace seis años, el martes 19 de junio, luego de sufrir un infarto cuando participaba en una reunión de trabajo en el Instituto Electoral y de Participación Ciudadana de Tabasco, IEPCT, en donde representaba al PRI, la organización política de su credo, de sus convicciones, de su vida, el inmenso amigo, ilustre abogado y ciudadano a la altura de la ejemplaridad, Humberto “Tito” Villegas Zapata.

Con su muerte la abogacía tabasqueña se mantendrá a media luz durante mucho tiempo y el concepto de amistad tendrá que incorporar su figura y personalidad para robustecer su contenido y enaltecer su alcance.

La política habrá de recoger sus vivencias y experiencias para recobrar su dignidad y mantenerse como la disciplina superior del hombre inconcebible al margen de la inteligencia y de la honestidad de quienes la practican (Manuel Mora, dixit).
Se fue un gran tabasqueño, dicho con absoluta lealtad a su memoria, no sólo eso, por amor a la verdad.

Tito, como fue conocido y querido y respetado y admirado por cientos de tabasqueños, entre estos el reportero, se fue y deja en lo público y lo privado, por su quehacer responsable durante años y por el honor impreso a cada responsabilidad contraída, huellas gratas de indiscutible valor y recuerdos bellos y permanentes.

La noche anterior al día de su muerte, la del lunes 18, Francisco Gómez Hernández, “Shishito”, y el reportero, tomamos café con él a la entrada del hipermercado ubicado a orillas del velódromo de la Ciudad Deportiva.

Más de dos horas transcurrieron en un repaso de la historia reciente de Tabasco, hablamos de los procesos electorales, del perfil de los aspirantes a gobernador y a presidente de la república, se tocó el tema del populismo, habló Tito de Maquiavelo y de El Príncipe, de la razón de Estado, se recordaron episodios históricos relevantes como el de la república itinerante de Benito Juárez y el fusilamiento de Maximiliano, Miramón y Mejía.

Asunto obligado fue tocar temas domésticos relativos a la política, se habló entonces del gatopardismo, del transfuguismo político, se platicó sobre la trayectoria de Oscar Cantón, de Evaristo Hernández, de Gerardo Gaudiano, de Gina Trujillo –“es la mejor carta para Tabasco, una política conocedora y responsable”-, de Arturo Núñez, de Benito Neme, de muchos más además de episodios que pocos conocen.

Tito nos confió que en cierta época hubo “alguienes” que desde el poder pretendieron vender, leyó bien amable lector, vender, a particulares, los Pantanos de Centla y él se opuso a ello tajantemente desde el Congreso del Estado.

Nos confió también que jamás fueron tomadas en cuenta sus observaciones jurídicas a diversas iniciativas de ley que después serían consideradas como anticonstitucionales por la Suprema Corte de Justicia de la Nación.
“Me reconocían, pero no me consideraban”, nos dijo, muchos líderes parlamentarios, soberbios, actúan por consigna, por capricho o por ignorancia y no toman en cuenta las consideraciones de expertos cuando opinan que las cosas están mal y deben de corregirse”.

Íntegro, vertical, sólidamente formado, se fue Humberto “Tito” Villegas Zapata, el talentoso jurista tabasqueño que de la amistad hizo casi una religión, decía, como escribió alguna vez el italiano Alberto Moravia, que la amistad era más difícil y más cara que el amor. “Por eso hay que salvarla como sea”.

La noche del lunes, al despedirnos, dijimos hasta pronto. Ayer, se fue Tito tan de repente que no tuvimos tiempo de decir adiós. La suya es una ausencia que deja un vacío difícil de llenar.

¡Descansa en paz, hermano! ¡Descansa en paz Tito!