TRANSICIÓN, PARÁLISIS

HEBERTO TARACENA RUIZ

UNO.Entre lo viejo y lo nuevo, la transición puede ocupar trechos inciertos, sin mediar segundas intenciones, por muy ajustada que se convenga.

DOS. Ninguna norma está para negar el poder de la conciencia

TRES. Huelga decir que la transición pone de manifiesto lealtades y deslealtades, de por siempre.

CUATRO. El tema da visos de ocasional, meses antes de que este gobierno llegue a fin y otro a inicios.

CINCO.Quienes entregarán no deben paralizar acciones, en ninguna pieza del equipo.

SEIS. Equipo comprende a todos sus integrantes, sin destacar cabezas ni minimizar colas.

SIETE. Los vacíos de poder se dan cuando uno o dos de entre quienes entregan reducen funciones, a pretexto de estar ocupados en riguroso inventario.

OCHO. El inventario puede llegar a ser sinónimo de orden, no exento de fallas observables y solventables, dicho en honor a la verdad.

NUEVE. Observaciones tienen que ser normales y oportunas, para afectar lo menos posible el vaivén de lo que finaliza y empieza. Sin comedias shakesperianas en el sentido de que a buen fin no hay mal principio.

DIEZ. Las solventaciones no deben prestarse a simulacros, como el caso de ocultar olores perceptibles de heces fecales.

ONCE. La nostalgia ante la dejada del cargo está como miércoles en la semana, producto de hábitos que echan raíces entendibles.

DOCE. Impertinencias de quienes reciben tampoco se hacen del rogar, como si principios universales no recordaran, entre lo viejo y lo nuevo, que todo tiene su tiempo.

TRECE. Tampoco faltan quienes quieran quedar bien con el Diablo y con Dios.

CATORCE. Así de grande y mayúsculo el ambiente que merodea el sahumerio de la entrega.

QUINCE. En la transición, sin embargo, la prudencia tiene que dar el último y primer paso. Que lo importante no es la persona física sino el pueblo por bien gobernarse.

DIECISEIS. El tiempo, desde el uno de octubre de este mismo 2024, dará pelos y señales de las bases sobre que arranque y levante el nuevo gobierno. Eso es progreso.

DIECISIETE. Cumplir es el verbo que deben conjugar, todos a una, la parte que les toque mirando para atrás con cuidado para no rendir pleitesía a estatuas vivientes.

DIECIOCHO. Los interrogantes han de ser respondidos, a mediano plazo, puesto que para ello hay término.

DIECINUEVE. Tres años son suficientes cuando la administración es pareja y se traduce en quehaceres que conserva lo que hay e inicia lo posible sin caer en la tentación de destruir que ha pasado tantas veces.

VEINTE. Dos meses de transición son más que suficientes cuando la honestidad no se toma en jarabe de pico. Para empezar, transición, pues, sin parálisis