CONFIANZA Y OBRA

Desde Acá

Heberto Taracena Ruiz

UNO. Iniciando los años sesenta del siglo anterior, estudiantes de Secundaria leíamos, por primera vez y para el resto de la vida, la figura literaria de comparación o símil, en el texto del académico Carlos González Peña.

DOS. El catedrático local no tenía título –que ahora proliferan en un dos por tres- pero enseñaba buscando en cada palabra su uso cotidiano.

TRES. Vale recordar a don Virgilio Fuentes Suárez, autodidacta, paso a paso, frente al grupo, pausando la voz para recomendar, por ejemplo:

CUATRO. –La palara símil no es frecuente. La palabra comparación es de uso diario. De manera que –continuaba- recuerden pues esta última para facilitar el significado de la primera.

CINCO. Tan sencillo en la vieja escuela y sus resúmenes y apuntes. Tan pesado en la nueva escuela y su tongada de libros de texto.

SEIS. Hagamos el símil, digo la comparación, entre dos vocablos: confianza y obra.

SIETE. En qué se compara una con la otra, aplicadas a la vida social.

OCHO. Responderían sabelotodo: -La confianza es un valor que en grande contribuye a que la persona sea digna de crédito.

NUEVE. Tiene que darse por sentado que se trata de un valor ético, de conciencia: hábitos y costumbres.

DIEZ. No cualquier baba de perico en la punta de la lengua de cualquier baboso.

ONCE. Esto dicho en respeto a la persona y el conglomerado, sin destinatarios pero con apego a la realidad que siempre anda vestida y alborotada asumiendo fondo y forma de aquí para allá.

DOCE. De modo que si la confianza, aplicada a la persona, tiene lo suyo, en tratándose de guardiana del sector público multiplica su estatura.

TRECE. A propósito: ¿Pero qué ha de ver la confianza con la obra pública? ¿Por qué hacer de entrambas símil o comparación?

CATORCE. Es de comentario creciente que la confianza de ordinario cuesta y mucho entre quien la trata de sembrar y terrenos de oyentes.

QUINCE. Recursos económicos no han sido semillero de la confianza comparando dichos y hechos al final.

DIECISEIS. Anda, pese a todo, de boca en boca anunciando convertirse en obra pública con el riesgo de quedar, como tantas veces, en promesas bonitas.

DIECISIETE. Que puede rescatarse, sin supuesto, puede rescatarse.

DIECIOCHO. La parte social también ha perdido la confianza en lo tocante a su papel más allá de simplemente oír y recibir.

DIECINUEVE. Exigirla nada más a una persona, tampoco es parejo.

VEINTE. La gran obra por rescatar y reiniciarse tiene por nombre confianza, en comparación o símil a la obra pública. Ni más ni menos. El marasmo encubre los conceptos, entretanto el progreso, como la democracia, en sala de espera.